jueves, 28 de junio de 2007

La República

Como en el anuncio de IKEA, en La República de Platón, Platón es el rey, el rey filósofo de la República. El rey filósofo es el único gobernante que por sus aptitudes es el más adecuado (por no decir el único, que si no lo dice poco falta) para sacrificar su vida por gobernar en buen gobierno la ciudad, una ciudad que roza la perfección, casi divina, donde impera la justicia, donde se funde en uno solo lo bello, lo bondadoso y lo verdadero. Este tipo de gobierno, ideal, ya que no existe en ninguna otra parte, tan solo en la cabeza de Platón, es bautizado como la aristocracia. Todo lo que se desvíe de aquí no puede ser otra cosa que un empeoramiento de la ciudad ideal. Así, al ideal aristocrático (elitista) de Platón le sigue en esta decadencia la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía (en este mismo orden decadente) siendo esta última forma de gobierno la más despreciable de todas. En cuanto a su forma ideal de gobierno, una vez expulsados de la ciudad ideal todo poeta manipulador de falsedades, ésta se encuentra formada por hombres (y mujeres también, una de las pocas licencias que para con ellas se permite), que viven en comunidad, en una especie de comunismo extremo donde ni siquiera los hijos tienen padre y madre reconocibles. Todo es de todos sin ser nada de nadie. Estos auténticos filósofos, son los únicos capaces de escapar de las apariencias que conforman las sombras de la caverna en la que viven el resto de mortales y asomarse a la luz divina de la verdad, de lo bello y de lo bondadoso, a su idea del bien supremo.

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