viernes, 7 de marzo de 2008

Sobre la abstención

Max Weber llamaba "acción al comportamiento humano (sea la realización de algo exterior o de algo interno, una omisión o no impidir que algo pase) en la medida en que el agente o los agentes asocien a aquel comportamiento un significado subjetivo. Y llamamos acción social a aquel comportamiento en el que el significado que el agente o los agentes le asocian está referido al comportamiento de otros, siendo este último por el que se guía el comportamiento de aquéllos"(1).

Siguiendo a Weber, el hecho de abstenerse es una acción social en la medida en que le atribuyamos un significado y esté referido al comportamiento de los otros. Ser conscientes del por qué se abstiene uno y qué reacción espera encontrar en los otros. En nuestra democracia, el derecho a voto, en la medida que no es obligatorio, implica también el derecho a no votar. Sin embargo, muchos tildan a quienes no votan de irresponsables, y que si no les gusta ningún partido, que voten en blanco. Al respecto tengo algunas objecciones. Primero, no tienen en cuenta que el no votar es una acción política siempre que se sea consciente de por qué no se vota (aquí quiero diferenciarlo de aquél que no va a votar porque prefiere irse a la playa, por ejemplo). Segundo, si hablamos de irresponsabilidad, es más irresponsable votar sin saber que se vota que no votar, ya que el que vota sin haber siquiera leído el programa electoral está dando su apoyo a un partido a ciegas, dando legitimidad y poder. Tercero, cuando ofrecen la posibilidad del voto en blanco, esta tiene trampa. El voto en blanco, según nuestro sistema electoral, al incrementar la participación, disminuye la posibilidad de representatividad parlamentaria de los partidos minoritarios al incrementar la barrera mínima para tener acceso a entrar en el reparto de escaños, beneficiando a los partidos mayoritarios. Por ello no es nada recomendable el voto en blanco.

Lo que si que considero, más que irresponsable, poco ético, es el pedir, o esperar, la abstención para conseguir ganar unas elecciones. El que solicita esto, no espera ganar las elecciones porque su programa, sus propuestas, convenzan más que las de sus adversarios, sino por que sus adversarios convenzan aún menos y desmotiven más. Un demócrata jamás se debería de alegrar de ello.

(1) Weber, M. Conceptos sociológicos fundamentales. Capítulo 1.

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