lunes, 2 de abril de 2007

La corrosión del carácter

En el libro de Richard Sennett sobre las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo (subtítulo del libro), la vida de las personas va a la deriva, sin ningún control, sin posibilidad de hacer nada a largo plazo; tanto en el trabajo como en la vida personal. La rutina se presenta como uno de los grandes males del capitalismo industrial. Produce aburrimiento y degrada al trabajador. Pero la lucha contra la rutina lo único que ha producido es una desestabilidad laboral para el trabajador. La flexibilidad es una reestructuración del tiempo. El horario flexible. Es falsa la libertad que parece ofrecer la flexibilidad. Engendra desorden, pero no libera de las restricciones. La flexibilidad como solución a la rutina solo crea inseguridad. La aplicación de la tecnología hace ilegible el trabajo que se realiza. Falta de apego y confusión en cuanto a la posición que se ocupa en la sociedad. La facilidad que aporta la tecnología crea una indiferencia en el trabajador hacia su trabajo. El riesgo se vuelve algo normal y corriente que causa desorientación y depresión. No asumir el riesgo es no moverse, y esto es sinónimo de fracaso. Sin embargo, es la misma estructura caótica de las organizaciones la que empuja a moverse. Y ya no se valora la experiencia. La ética del trabajo se basa en el trabajo en equipo. El trabajo en equipo es la práctica en grupo de la superficialidad degradante. La figura de autoridad desaparece, y con ella la responsabilidad, que se translada al equipo de trabajo en su conjunto. Es el mismo grupo el que se autopresiona. La idea de fracaso se vincula con la pasividad, deberían de haberse arriesgado más. Búsqueda de una explicación narrada del fracaso, que acaba tendiendo a la individualización del mismo. El nosotros se convierte en un pronombre peligroso, se refuerza el valor del lugar y el deseo de comunidad. Usamos ese nosotros como referencia contra el mundo exterior. Se genera una falta de confianza en los otros. Sin embargo, las relaciones no perduran en el tiempo como para contener estable ese nosotros. Ese vínculo social se genera y se basa en la sensación de dependencia mutua. Y, sin embargo, el nuevo orden considera la dependencia como una condición vergonzosa.

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