sábado, 30 de diciembre de 2006

La ley del silencio

La presión del entorno se traduce en silencio. En la película La ley del silencio, el cura interpretado por Karl Malden lo expresa en sus palabras tras el asesinato de un trabajador en los muelles neoyorkinos:

"Vine aquí a cumplir una promesa. Di la palabra a este hombre de que si él les hacía frente yo estaría a su lado, con todas las consecuencias. Doogan ha muerto. Era uno de esos hombres a quien Dios ha concedido el don de la valentía. Pero esta vez lo arreglaron. Lo arreglaron para siempre. Y no fue casual, como dice Big Mad. Hay quien asegura que la crucifixión ocurrió solamente en el calvario. ¡Que despierten esos! Matar a Joy Doll para impedir que declarase fue una crucifixión. Eliminar a Cayo Doogan simplemente porque estaba dispuesto a declarar mañana es otra crucifixión. Cada vez que esos malvados aplastan a un hombre que intenta cumplir con sus deberes de ciudadanía es una crucifixión. Los que contemplan impasibles estos crímenes, los que silencian cuanto saben sobre lo ocurrido, son unos cómplices más. Como el romano que clavó su lanza en el cuerpo del Señor para ver si estaba muerto... Esta es mi iglesia. Y si no creéis que Cristo está aquí en estos muelles, estáis equivocados... Todas las mañanas, cuando oís el silbato para el trabajo, Jesús está con vosotros en la formación. Se da cuenta de por qué se da trabajo a unos y no se admite a otros. Ve a los padres de familia preocupados por conseguir un jornal para llevar un pedazo de pan a sus casas, y ve también como vendéis vuestras almas a esa turba por un día de jornal... ¿Qué piensa Cristo de los que no trabajan y viven a costa del esfuerzo de los demás? ¿Qué piensa de los individuos que llevan trajes de 150 dólares y sortijas de brillantes adquiridas a costa de vuestro sudor? ¿Qué piensa él, que habló contra el mal sin temor alguno a represalias, de vuestro cobarde silencio?"

El temor tiene a los trabajadores del muelle mudos. Nadie habla por miedo a las represalias. Nadie se atreve. El silencio es un mecanismo que les garantiza la integridad física. Y de ello, del temor, de la percepción de estar solo ante los demás, se alimenta quien los explota, una minoría en verdad. Pero nadie quiere ser un chivato. Impera el silencio. Como si de un código de honor se tratara, todos callan. Como una forma de control social, nadie diside, al menos, públicamente.

Elisabeth Noelle-Newmann, en su teoría la espiral de silencio también nos habla de este fenómeno, aunque ella lo refiere a la opinión pública. Las personas, en un grupo en el que desean integrarse, evalúan el ambiente, las opiniones mayoritarias, y para no quedarse aislados o bien se apuntan al "caballo ganador" o bien callan.

En la película el silencio preserva la integridad, si, pero también esclaviza. El silencio a quien más beneficia es a aquellos que ostentan el poder. La lucha, romper la ley del silencio, claro está, tiene un coste, y no todos están dispuestos a pagarlo.

1 comentario:

Laura Abella dijo...

Sí, el silencio es un arma total....bueno, el arma sería la palabra. El silencio desarma sociedades enteras..., y al que habla en un clima así se le castiga ferozmente, porque para mas guasa la gente al no atreverse se vuelve carcelera...

¡un saludo!